La Xanga, una caleta en forma de media luna que se encuentra en las inmediaciones de la torre de sa Sal Rossa, fue en época fenicia, romana y posteriormente cristiana, un importante punto de actividad económica, relacionada con la salazón de pescado, la pesca y la extracción de materia prima para la elaboración de púrpura.
De la actividad salinera y pesquera quedan vestigios notables, como una parte de la plaza sobre la que se descargaban los atunes de la almadraba y la sal obtenida en los estanques próximos que se utilizaba para su conservación. Otro testimonio bien visible son los grandes aljibes que todavía se pueden contemplar en las inmediaciones, en el margen de un agreste camino.
De planta alargada y cuerpos abovedados, estas estructuras estaban destinadas a almacenar el agua dulce precisa para el desarrollo de la actividad. Como el resto de la infraestructura, fueron construidos en el S. XVI, coincidiendo con el faraónico proyecto de las murallas de Ibiza. Se hallan ubicados en las inmediaciones de la plaza, a escasos metros del mar, semihundidos en la superficie rocosa y forman un conjunto de dos volúmenes seguidos, separados entre sí por unos 3 metros. El mayor de ellos tiene una longitud que sobrepasa los 13 metros y el más pequeño tiene unos 8 metros, ambos con una anchura aproximada de 4,5 metros e interconectados entre sí, lo que les dotaba de una capacidad notable de almacenamiento.