Antiguo muelle salinero de la Xanga

Patrimonio y cultura

La isla de Ibiza acumula siglos de intensa actividad comercial que se remonta a tiempos de la presencia púnico-fenicia y que se prolongó e incrementó bajos las sucesivas presencias colonizadoras de culturas como la romana, la árabe y la cristiana.

Los recursos naturales fueron la materia prima esencial que sirvió para mover una incipiente economía que, con el tiempo, convertiría la isla en un importante centro exportador. De entre los productos que formaron parte de ese catálogo la sal ocupó, sin lugar a dudas, un lugar preeminente. La explotación salinera ya es reportada por algún cronista árabe y se estima que comenzó hacia el 540 a.C.

De la primigenia estructura productiva quedan vestigios en distintos puntos del extremo sur de la isla, como son los antiguos puntos de carga del preciado mineral que era embarcado para su transporte a la ciudad.

Uno de esos puntos de carga se sitúa tras el promontorio sobre el que se divisa la torre vigía de sa Sal Rossa, en la calita denominada la Xanga. Allí, entre otros elementos de apoyo, se construyó un muelle desde el que desde época fenicia se acumulaba la sal obtenida de los primeros estanques salineros. Pero fue en el S. XVI cuando el enclave vivió su máxima actividad.

Los restos visibles son escasos, un brazo pétreo de una treintena de metros que se adentra en el mar en bloques dispersos y poco a poco se va desdibujando a medida que se sumerge. Aún así, una vez en el lugar, el paseante puede imaginar porqué ese lugar fue el punto elegido para la construcción del muelle: la caleta está a poca distancia de la ciudad y su configuración en media luna, con un pequeño islote delante, le proporcionaba el suficiente abrigo para el amarre de pequeños navíos y los correspondientes trabajos de carga y estiba.

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